1.11.11

LAS HISTORIAS SE REPITEN ( I )


Haiche veces que doe o estar e o ser
Ás veces pasa o indecibel
Haiche veces que doe o qué ver
cando o home busca o apetecibel
Cando o  fame asoma
a espera é o corrente
Por un recanto impacente
coñecendo as súas moitas limitazóns
avidez de presa perdoabel
seu *colo entra ruxindo consolo
do seu determismo atroce subxugado
co que alivar seu dor allea
coma humán é padecelo. BD.

Hay veces que duele el estar y el ser
A veces ocurre lo indecible
Hay veces que duele lo qué ver
cuando el hombre busca lo apetecible
Cuando el hambre asoma
la espera es lo corriente
Por una esquina impaciente
conociendo sus muchas limitaciones
avidez de presa perdonable
su *colo entra rugiendo consuelo
de su determinismo atroz subyugado
con el que mitigar su dolor ajeno
como humano es padecerlo.BD

[*Colo/colon/intestino/cólico]

[A Berto y a mí nos sorprendió a punto de cenar en Casa de Pepe Calviño (tan afable y hospitalario como excelentes son sus mariscos y comidas), en el alto del Calvario; entonces apareció balbuceando palabras indescifrables y preparamos unas monedas. Pepe se disculpaba por tan inadecuada visita. A nosotros no nos importaba. Le indicó donde sentarse y esperando unos instantes le trajo un gran plato de buenas viandas. Eran las once, tal vez, y mientras nosotros a lo nuestro, él devoró aquellos manjares ansiosamente que sólo la deferencia de nuestro anfitrión fue capaz de ofrecer. Se disculpó, nuevamente, era innecesario. Se fue como entró y le ofrecimos las monedas preparadas. Las cogió  inmediatamente, se las entregó a Pepe, con ellas deseaba pagar la cena. Sin posibilidad de otra cosa se despidió de igual modo. Las monedas retornaron, pero se fueron para el bote.

Hace más de treinta años bajaba la calle sobre un carro de bolas un mendigo, un bohemio, que recogía chatarra para subsistir de algo y comer. Viajaba algunas veces al año a Barcelona y, en el tren, cuando regresaba contaba historias increíbles de un hombre dando voces feroces entre dos rocas. Entonces todos reíamos con él entre tinto y tinto unos calamares en tinta, pan y algo de blanco.
Luego, un día, desapareció para siempre; nos enteramos como se entera todo el mundo, por la prensa y otros medios, supongo. El vientre hinchado...
Adiós para siempre amigo EDUARDO.] BD.