|
Lynyrd Skynyrd: Free bird
Desde y por encima, al borde de la roca se mostraba bienaventurada y con una sensación de paz que daba gusto.
Dirigiendo los pasos de legos y extrañas que atendían sus instrucciones con ilusión de hacer cima en El *Yelmo.
Exultante y menuda, dotada de un cálido timbre de voz, nos contaba cuánta era la ilusión por esa anhelada roca, fuera de la habitual subida…en su vida.
Como si de una moza se tratara, ella que ya anduvo lo suyo, daba razonables y tiernas voces de ánimo con la delicadeza que cualquier entendido en materia hubiera hecho con sus alumnos. Las chicas que al borde de la diaclasa se habían acercado temían perderse el paisaje y horizonte que hay metros más arriba. Incluso el viento suave que sin ser recio hoy era como de brisa marina, aunque sin agua.
Ni corta ni perezosa volteaba con agilidad, contra toda ortodoxia, en el interior de la gran fisura que, producto de, pienso yo, repentina soltura y seguridad le daba, ahora, su madurez sumada a esa ilusión férrea de quien camina anteponiendo a todo una sonrisa.
Tuve la fortuna, siendo el menor, de iniciar el arranque en el diedro, en la grieta bavaresa del bloque descendido y acordándome de ellos ir soltando cuerda para rato, largo y tendido tramo hablando conmigo mismo. Subidos ya, juntos y sin separarnos, tomó él el siguiente paso y rodeando por la derecha el bloque que tanto estorba apretó dientes y colocando manos y dedos apuró el segundo tramo. Pasaron enseguida, sin pestañeos incluso... Santovarón. En ese instante, supongo por peso o motivo impreciso, precisé de ese cable blanco para no dejarme el cuerpo *perdido.
[No sin mis Camp Four] |
Al tercero llegó de inmediato y después de tres intentos tenía tan desacostumbrados los músculos que, los míos - como ya dije- más ligeros e intrépidos, sin esos calambres por el cansancio me lancé a una palabrería entre mis roces, la roca y voces donde le fui dando tiento hasta llegar a su otra parte maldita.
Tiré de hilo. Subimos todos, otra vez detrás, es condición de ser el menor; ellos no.
Alborotando encima:
El contacto de las ollas o pilancones, esos panes duros que por el frío o el sol se llenan y completan erosiones demostrando adherencias sólidas, da lugar a una tarea llena de espontáneos y emotivos abrazos. Sentimientos que perdurarán en la memoria al pisar el vértice geodésico y sonreír viendo el horizonte de Las Torres más arriba, de las torres de Madrí más abajo.
Hilo de vida que impides siegas
inmaduras continuas más allá
de la tierra por la roca subiendo
llegas a ese cielo que quiebras
recta del aire surcas
surcos de vapor
Eres cuerda de vida,
eres bien cuerda.
d:D´
[*que aún hoy recibe Diezmo por nombre que del Estado percibe riqueza la que constituye creencia por separar. Ya conocemos la referencia]
[*estrellado o abrazado en el fondo, semejanza por contacto]